jueves, 28 de febrero de 2013

Lo magnífico y horrible por igual de nuestro paso por el cosmos, es que nos tomamos toda una vida humana para descubrir lo que ya sabíamos antes de materializarnos. Para descubrir que la verdad absoluta no existe, y que despertar de la pared de cristales no va a destapar la duda terrestre, mas si no cegar nuestros débiles ojos con la fuerza de un sol, y entender que nuestra forma biológica es nada más que un fenómeno natural, que nuestra complejidad material es nula, y que los guardianes de la nada, que se esconden bajo mantos opacos de materia oscura, ven por el rabillo del ojo nuestro fallecimiento como una evolución, y nuestros ataques entre nosotros, una prueba firme de nuestra ineptitud para evolucionar a nada más. Una prueba firme de que el superhombre murió mucho antes que Dios.

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